La vida de Juan Pedro Franco ha cambiado mucho en los últimos tres años. En 2016, pesaba 595 kilogramos y llevaba 8 años en una cama, prácticamente sin movilidad, dependiendo enteramente de los cuidados brindados por su familia. Adicionalmente, sus múltiples enfermedades, entre las que destacan diabetes mellitus tipo II, hipertensión y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), lo mantenían en grave peligro de muerte.
En aquel entonces, Juan Pedro, ya sin muchas esperanzas, comparaba su vida con una condena y relataba la dura batalla que había enfrentado desde temprana edad. "Desde que tenía un año empecé a subir de peso y ya a los 15 años pesaba unos 200 kilos. Los doctores a los que me llevaron desde chico me ponían a dieta, pero nunca funcionó y seguí aumentando de peso sin control. Somos personas de origen humilde y agotamos nuestros recursos buscando ayuda que no llegaba”.
Para su fortuna, ese mismo año su destino dio un giro, cuando el reconocido cirujano bariátrico, José Antonio Castañeda, decidió asumir su caso, con su equipo de especialistas, y emprender un largo camino para darle a Juan Pedro una nueva oportunidad de vida
Muy cerca de la meta
Tras ser traslado de Aguascalientes a Guadalajara, el acreedor del récord Guinness como el hombre de mayor peso del mundo, fue sometido a tres cirugías en un lapso de dos años (manga gástrica, bypass gástrico y banda gástrica), que, sumado a un estricto control médico, nutricional y psicológico, le permitieron lograr un cambio sorprendente, al disminuir el 60% de su peso inicial y convertirse en un joven de 260 kilogramos.
De este peso, Castañeda destaca que “alrededor de 80 kilogramos corresponden al exceso de piel, una consecuencia normal en procesos de pérdida de peso en pacientes bariátricos. Este excedente deberá ser retirado en los próximos 6 meses y con ello Juan Pedro quedará a escasos kilos de su meta final de 150 kilogramos”.
“Con respecto a su salud, actualmente mantiene controladas todas sus patologías, ha disminuido la cantidad de medicamentos que consume y ya no requiere un tanque de oxígeno para respirar bien. Su movilidad ha avanzado mucho también desde su última intervención quirúrgica y ya no requiere el uso de la andadera para caminar”, añade.